Imaginemos que el chavismo decide manifestar contra, digamos, la
Gobernación de Miranda y sus alcaldías aliadas. Imaginen que saliéramos a
quemar las calles de Alto Prado, El Cafetal, Altamira y Terrazas del
Ávila, tal como lo hicieron los guarimberos, pero claro, esta vez
nuestro objetivo no serían los cara’e pueblo, sino los colectivos de
caceroleros marcharines o de estudiantes manos blancas. Imaginen nuestra
protesta frente a instituciones públicas, imaginen la gobernación, las
alcaldías bajo una lluvia de piedras y molotovs, los módulos de la
policías estadales y municipales… Imaginen que quemáramos los
preescolares, colegios privados y universidades, que destrozáramos los
centros comerciales que fungen como plazas públicas en ese lado de la
ciudad.
Imaginen que pusiéramos guayas en las calles del este del Este para
degollar a quienes vayan en sus Harley y que sembráramos las vías de
otras trampas para mortales levantando alcantarillas y poniendo
barricadas… Imaginen que incendiáramos, con o sin gente dentro,
cualquier carro que osara circular con una calcomanía desteñida de “Hay
un camino” o con un “SOS Venezuela” pintado el vidrio trasero. Imaginen
que traficáramos explosivos para cometer atentados porque no nos gusta
Capriles y no nos gustan quienes votaron por él. Imaginen que robáramos
armamento de la Policía de Miranda para utilizarlo en nuestra protesta
política loca. Imaginen que repartiéramos drogas entre nuestros héroes
luchadores, incluso entre los menores que reclutaríamos para tumbar al
vil gobierno caprilero. Imaginen que pusiéramos francotiradores que
dejaran tendido en la calle, con un certero tiro en la nuca, a quien que
tocara nuestras barricadas, a los policías que vinieran a detenernos, a
cualquiera.
Imaginen que después de todo el terror y la muerte nos llamáramos
víctimas, perseguidos políticos y nos acogiéramos a la ley que la MUD
propone. Imaginen que fuéramos así de irresponsables. Imaginen abrir esa
puerta. Imaginen la locura y luego hablemos de reconciliación.
Fuente: 22-02-2016
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